El estadio de Unión, un lugar en el que Atlético ganó anoche por primera vez en la Superliga -una especie de revancha de la derrota de hace 40 años, en diciembre de 1979, cuando el “Decano” perdió en semifinales su chance de definir el Nacional ante River-, podría ser elegido como el escenario más extraño del país: su flamante platea es tres veces más alta que el resto de las tribunas, como si al Monumental le construyeran un edificio de 10 pisos en mitad de cancha.
Algo parecido ocurre con este Atlético que no sólo terminó de canonizar Santa Fe en cinco días. Su espectacular recuperación de las últimas fechas supone una asimetría difícil de comparar, por supuesto con el tímido equipo de comienzo del torneo -aquel al que le costaba horrores convertir goles-, pero que también empequeñece a varias de las mejores campañas del club. Con el 1-0 de anoche los récords siguieron cayendo como fichas de dominó.
Tras el primer triunfo en la Superliga en la cancha de Unión -ya había ganado en el ascenso-, al que por supuesto debe sumársele la primera victoria en el estadio de Colón el sábado pasado, Atlético volvió a ganar cinco partidos consecutivos en la máxima categoría después de 44 años. Una generación pasó desde entonces, cuando el “Decano”, por la zona B del Nacional 75, venció en continuado 3-1 a Juventud Alianza de San Juan, 3-1 a Argentinos, 3-2 a Ferro en Caballito, 3-2 a Aldosivi y 2-1 a Gimnasia en La Plata. Entonces Atlético llegó hasta la fase final del torneo. ¿Por qué no ahora?
Los resultados no siempre van de la mano de las actuaciones pero por lo general se le parecen y Atlético se hizo local desde el comienzo, ya convertido otra vez en los equipos sólidos e insoportables para los rivales que Ricardo Zielinski arma desde junio de 2017. Unión, que venía en alza, quedó neutralizado por un “decano” que no acusó recibo de las ausencias de Bruno Bianchi y Javier Toledo, bien reemplazados por Dylan Gissi y Gonzalo Castellani, éste último protoganista de su mejor jugada desde que llegó Atlético.
Los derechos de autor del 1-0 debería repartirse en tercios: lo gestó el ex Boca con un gran pase, le dio forma Augusto Lotti con una corrida electrizante y una extraordinaria falta de egoísmo, y lo rubricó Leandro Díaz con un pase a la red típico de goleador. Unión ya estaba mareado por un rival superior y su gente -que bastante tiene con la final que Colón jugará hoy por la Copa Sudamericana- empezó a silbar primero y a resignarse después, mientras el técnico Leonardo Madelón intentaba despertar a sus jugadores con aplausos.
Tras la salida de Lotti, lesionado, Atlético movió fichas pero no resintió su superioridad. Si Ariel Rojas había comenzado por la izquierda y Castellani se desdoblaba en dos funciones, como doble cinco junto a Cristian Erbes y enganche cuando sus compañeros tenían la pelota, el ingreso de Lucas Melano cambió el dibujo: el ex Belgrano y Portland Timbers fue por la izquierda, Rojas fue de doble cinco y Castellani pasó de acompañante de Díaz. En verdad, muchos cambios para que el dominio no cambiase.
Es cierto que, en el segundo tiempo, más por obligación que por convicción, Unión pasó a tener la pelota y obligó a Cristian Lucchetti a darse unos revolcones. Pero, aún así, la más clara fue el penal en movimiento que Sebastián Moyano le atajó a Guillermo Acosta tras un gran desborde de Fabián Monzón, incluso mucho antes de la expulsión de Jonathan Botinelli.
Falta mucho para que termine el torneo: diez fechas, tres este año y siete en el arranque de 2020. Sin embargo, tras la quinta victoria consecutiva la mayoría de los hinchas de Atlético habrá mirado la tabla de posiciones y descubierto que, aunque con un partido más, el primer puesto -hoy en manos de Argentinos y Lanús- quedó a sólo tres puntos. ¿Quién no se anima a soñar con este Atlético que vuela aún más alto que la cancha de Unión?